Lealtad significa fidelidad, franqueza, nobleza, honradez, sinceridad y rectitud. Sólo se es leal si se es fiel. Es imposible pensar en lealtad sin que vaya unida a la fidelidad. Pero no basta ser fiel para ser leal. Es necesario, además, ser franco y sincero con el sujeto de nuestra lealtad. Luego, sólo es leal quien, además de ser fiel, es franco y sincero. Servir con lealtad significa también servir con franqueza, sinceridad y honradez. Es servir con la verdad por delante. No se es leal si se engaña, si no se dice la verdad o se dicen sólo medias verdades o se dice lo que al líder agrada, lo que éste desea oír; si se le esconden situaciones y hechos independientemente de las motivaciones que se tenga.
Quien al amigo, al jefe o al líder, no le informa los hechos reales, la verdad de las situaciones existentes y presenta la realidad como exitosa cuando no lo es, incurre en una deslealtad de marca mayor, muy peligrosa para la salud política de ese líder y del proceso o empresa que éste conduzca. De manera que la lealtad no puede ser confundida con sumisión ni adoración del líder; tampoco con la adulación. Se puede amar profundamente al líder y ello no significa en ninguna forma ocultarle situaciones incómodas y desagradables. El hombre leal es recto, digno e incorruptible. En un proceso revolucionario no defiende posiciones ni ocupa cargos por intereses personales; su compromiso y lealtad son con el proceso mismo, con el pueblo desasistido y su liberación, con el liderazgo honesto, fiel y realmente comprometido. Es franco y llano en sus apreciaciones y dice lo que piensa sin importarle si es incomprendido o es tomado por irrespetuoso.
Extraido de la web: http://www.aporrea.org/actualidad/a14221.html
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